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Los muiscas y su incorporación a la monarquía castellana en el siglo XVI

La pasada reunión del 8 de septiembre de 2017 tuvo como fin discutir el texto Los muiscas y su incorporación a la monarquía castellana en el siglo XVI: nuevas lecturas desde la Nueva Historia de la Conquista de Jorge Gamboa.


Participaron en la discusión: Alejandra Ramos, Caroline Cunill, José Luis Pérez, Rodrigo Llanes y Jorge Gamboa. Prestando atención de la discusión, aunque no interviniendo en ella, estuvo presente Camila Jaimes quien escribe ahora esta relatoría.


[El contexto]


La reunión empezó con un corto comentario de Jorge sobre el contexto de producción del texto. El libro consiste en la transcripción de una inesperada conferencia dictada por Jorge en la ciudad de Tunja, Colombia, y que luego sería publicada junto con los comentarios de distintos investigadores en la materia. De ahí que, dice Jorge, se entienda el tono coloquial del mismo más cuando fue pensado para una audiencia local y estudiantes no necesariamente conocedores del tema.


Expuesto así el contexto, el objetivo de la conferencia fue plantear ideas y descubrimientos sobre la cultura muisca que en Colombia se estableció como referente de la identidad nacional, siendo precisamente esto último una idea que debe ser cuestionada junto con la de su supuesta homogeneidad.


Es un fenómeno común en Latinoamérica que tal idea de homogeneidad sea impuesta a múltiples grupos diferentes, en aras de fundamentar la identidad nacional.

Por otro lado, el texto también expone hallazgos en torno al desarrollo de la conquista en la región, con los que se pretende construir una nueva historia de la conquista, estableciendo un diálogo con recientes tendencias historiográficas que todavía no han sido incorporadas a la narrativa local donde sigue primando el discurso de la leyenda negra española.


[Los comentarios]


Finalizada la intervención de Jorge siguieron los comentarios de Alejandra Ramos quien hizo una conexión entre los debates planteados en el texto y los que actualmente surgen en Argentina en un contexto de inestabilidad jurídica de los pueblos indígenas. Alejandra pregunta cómo anclar las demandas actuales de los indígenas con los debates que ahora intentan redefinir la conquista y al indígena mismo. Más específicamente,


¿qué hacer con los reclamos identitarios que apelan a una historia que se está revisando?

Por otro lado, aunque queda claro que es en la colonia donde los grupos indígenas colombianos sufrieron mayor transformación, ¿qué sucede con estos en la república? Esta pregunta viene de hacer un contraste con el caso argentino donde es efectivamente en la república donde se dan gran parte de las trasformaciones ligadas a los procesos de nombramiento y limitación de tierras indígenas.


El comentario de Caroline Cunill gira en torno a la utilización del término “colonial” debido a que aparece como un problema metodológico importante a lo largo del texto en discusión. Así pregunta ella: si lo “muisca” es una categoría colonial, entonces ¿las reivindicaciones actuales son en última instancia un rescate de lo colonial?, ¿una recolonialización en vez de una descolonización?


No cabe duda de que el uso acrítico del término “colonial” genera una pérdida de sentido e, incluso, un riesgo de crear contrasentidos.

De manera que, para que evitar confusión en la utilización de este término, Caroline propone se utilicen dos acepciones de este: la primera referida a lo colonial como periodo histórico; la segunda a lo colonial como relación de dominación, por lo que también se puede hablar de “colonialismo interno” para referirse a las relaciones de dominación dentro de una misma nación, como lo hizo Bonfil Batalla.


Rodrigo Llanes plantea dos preguntas. La primera surge debido a un cambio de estilo en el desarrollo del texto que genera confusión en torno al objetivo del autor. Así se pregunta si en la segunda parte del texto, donde se expone la historiografía en torno al proceso de conquista junto con una propuesta de reinterpretación de la misma, se refiere el autor a una generalización de los procesos de colonización o sigue como en la primera parte del libro describiendo procesos enteramente “muiscas”, en otras palabras: ¿a qué pueblos específicamente se refiere Gamboa en esta segunda sección del texto? Y si se trata de lo primero, ¿qué es lo específico de los muiscas en ese proceso general? Por otro lado Rodrigo expone una segunda cuestión:


Si es verdad que los cronistas construyeron un relato de la conquista que sirvió para la construcción de una idea de nación ¿a qué apunta este relato alternativo de la conquista? ¿qué mueve al autor a construir una nueva historia de la conquista?

¿qué valores y visión de la nación están en juego en su propuesta?


Finalmente José Luis Pérez, empieza su comentario retomando la discusión sobre el término “colonial” y agregando que, si bien estas sociedades han sido calificadas comúnmente de coloniales, no hay que olvidar que realmente no fueron colonias sino virreinatos, lo que implicaba una estructura administrativa distinta que se olvida con la utilización del término colonial. De ahí que siempre sea mejor hablar de sociedades virreinales. La segunda anotación que hace José Luis es lo importante que resulta establecer paralelos con otros pueblos, lo que permitiría notar la existencia de una

constante en las distintas historias sobre la conquista, y es la de


la invención de una tradición para justificar determinadas acciones políticas de un presente específico.

Un ejemplo de esto, es el caso de los “chichimecas” que como los muiscas constituyen pueblos distintos asentados en el norte de México pero que fueron homogeneizados para justificar la expansión española en el territorio.


[La réplica]


Después de expuestos todos los comentarios, Gamboa inicia respondiendo al primer comentario y aclara que en el texto el término “colonia” se utilizó en su acepción cronológica, pero de todas formas reconoce la ambigüedad que surge con su uso más cuando en muchos casos -como lo decía Alejandra- es en el periodo republicano donde la imagen de estos pueblos se reforzó y modificó. A pesar de esto Gamboa no hizo referencia a la república en su libro por dos razones: la primera, por no ser especialista en el periodo; la segunda, porque considera


que para el caso específico de los muiscas estos perdieron su condición de indígenas hacia finales del siglo XVII convirtiéndose en grupos campesinos absolutamente hispanizados.

Únicamente conservaron su organización en tierras comunales (llamadas “resguardos”), situación que cambió a inicios del siglo XIX con el nacimiento de la república y la consiguiente abolición de todo tipo de propiedad comunal. Lo que resulta particular del caso colombiano es que a finales del siglo XIX e inicios del XX se dio un proceso de revitalización de estas comunidades con una legislación que restablecía los resguardos y que además creaba cabildos indígenas. Sin embargo, aún con esta nueva legislación no hubo cabildos muiscas ni procesos de recuperación de sus tradiciones pues para esta época los muiscas ya habían desaparecido.


Las reivindicaciones y reclamos identitarios surgirían casi un siglo después, a partir de 1991, con la nueva constitución que exaltaba el carácter pluriétnico del país. Pero ya en esta época fue difícil no ver estos reclamos como oportunistas si venían de grupos –urbanos y campesinos- que no presentaban una clara continuidad y cuyas reivindicaciones se basaban en lo que podían extraer de antiguas crónicas.

Ante el problema planteado por Caroline de si toda recuperación desde el presente de lo indígena es en últimas una recuperación de lo colonial, Gamboa responde que sí. Esta recuperación ante todo significa recuperar las prerrogativas coloniales, y se traduce en el contexto contemporáneo en un posicionamiento privilegiado del indígena respecto al resto de la población. Se ha debatido si este cambio en la Constitución de 1991 fue un error y si no lleva necesariamente al oportunismo. La cuestión resulta aún más problemática cuando ya se han generado roces con otros grupos -campesinos mestizos y blancos- que aducen su marginalización por parte del gobierno en un contexto que ellos ven lleno de programas en beneficio únicamente del indígena.


En cuanto a la primera pregunta de Rodrigo sobre cuál era el objetivo de la segunda parte del texto, se responde que fue el de contextualizar, por medio de casos muy conocidos como los de México y Perú, al público en general en los procesos de la conquista. Pasando a la siguiente pregunta sobre cuál fue la intención última del autor, responde Gamboa:


“mi objetivo explícito es un objetivo académico, pero creo que en el fondo hay una intención política no muy clara y no muy manifiesta”. Esta intención tiene que ver con el deseo de construcción de una sociedad más diversa donde tal diversidad se asuma críticamente sin desconocer sus implicaciones negativas como puede serlo la desigualdad. Agrega Gamboa que se trata de un trabajo que en el fondo apunta a destruir la idea de nación, apunta a un momento en el que la diversidad étnica no esté atada a proyectos nacionalistas.

Finalmente se responden los comentarios de José Luis Pérez. Sobre la sugerencia de utilizar el término “sociedad virreinal” Gamboa responde que no se podría aplicar para el caso colombiano que no fue un virreinato y que fue incluso más o menos autónomo con respecto al virreinato del Perú al que pertenecía la Real Audiencia de Santafé. Se sigue entonces buscando un término más adecuado pero agrega Gamboa que esta dificultad es una buena señal, en tanto refleja una interesante y necesaria relectura de los hechos de este periodo. Por otro lado, sobre cuáles fueron los archivos citados dice Gamboa fueron principalmente el fondo de la Real Audiencia de Santafé del Archivo General de Indias de Sevilla, el Archivo General de la Nación de Bogotá y el Archivo Histórico Regional de Boyacá ubicado en la ciudad de Tunja.


De esta parte de la discusión Gamboa concluye:


“creo que hoy en día también se está viviendo un proceso de invención de tradición y que también sirve para justificar proyectos políticos”. Por lo menos para el caso colombiano los actuales procesos de “reetnización” apuntan a proyectos políticos donde no es claro que se estén defendiendo los intereses generales de las comunidades sino intereses muy particulares. Por esto último es que el análisis crítico con el que se han cuestionado los relatos del siglo XVI y XVII debería ser aplicado igualmente a las actuales tradiciones inventadas.

[El debate]


Acabada la intervención de Jorge se dio paso a nuevos comentarios. Empieza Caroline planteando lo problemático que resulta que la continuidad se haya convertido en un criterio para establecer qué es o no es lo indígena. Así Caroline se pregunta dos cosas:


¿qué tipo de continuidad puede haber con este periodo? y ¿quién impone este criterio? Si ya desde finales del siglo XVI se hallan discontinuidades parece injusto exigirles una continuidad que tendría que remontarse a tiempos prehispánicos. Es evidente, por lo tanto, que los grupos actuales son una reconstrucción y no una fiel copia de sus antepasados.

En este momento intervino Alejandra agregando dos preguntas más por la misma línea: ¿en qué se puede fundamentar tal continuidad? ¿cuánta transformación estamos dispuestos a aceptar para considerar que se trata del mismo grupo? y recordando la cuestión que planteaba anteriormente ¿cómo introducir los reclamos actuales dentro de este debate en desarrollo?


Siguiendo con las preguntas, Rodrigo insiste en que se esclarezca cuáles son las particularidades del caso muisca dentro del proceso general de la conquista que expuso Gamboa en el texto. Seguidamente al debate sobre la continuidad, Rodrigo introduce la cuestión de los derechos.


Es necesario que desde las ciencias sociales se avance en establecer una definición que no se base únicamente en la idea de continuidad pues esta conduce a la ficción. Esto resulta más delicado aun cuando se piensa en que los derechos para compensar agravios y situaciones de injusticia resulten actualmente fundamentados en ficciones.

Finalmente, José Luis termina con esta ronda de comentarios. Primero resalta el interesante giro que tomó la conversación hacia lo que él llama “los usos políticos del discurso científico”. Así insiste en que tanto los relatos de antaño como los que ahora se pretenden construir tienen implicaciones políticas. Aquí introdujo un caso de un hombre que a pesar de no contar con elementos para comprobar ser “chichimeca” -comunidad indígena mayoritariamente exterminada- le fueron restituidas tierras convirtiéndose en rico de la noche a la mañana. Lo anterior le sirvió para anotar lo necesario que resulta establecer “quién determina qué”, en aras de no caer en un ambiente jurídico en el que todo se vale. Otro punto importante en este debate es el de las víctimas y los victimarios. Como bien lo expuso Gamboa en el texto,


los indígenas también se involucraron en alianzas –muchas veces con españoles- actuando conforme a sus intereses. No debe pensarse entonces al indígena en términos maniqueístas los cuales al parecer han determinado el fin de muchos procesos de reconocimiento y de restitución de tierras.

Para terminar José Luis matiza la cuestión de la continuidad: ¿qué sucede entonces si no hay permanencia? Pues no contar con conexiones al pasado sólo llevaría a terribles callejones sin salida.


A continuación Gamboa agrega los comentarios con los que se cierra la reunión. Para él el problema de la identidad es un problema ligado a la subjetividad.


Toda identidad es en últimas una invención, una construcción simbólica y colectiva que en la mayoría de los casos no remite a la realidad y esto realmente no importa, lo que importa y preocupa son los efectos que esta tiene sobre la realidad.

Para Gamboa aquí estamos tratando con el mismo problema de la posición del estado laico frente a la religión. La cuestión es compleja: en el marco de estados laicos regidos por un derecho positivo -es decir, donde toda decisión exige pruebas objetivas- se intenta legislar sobre temas enteramente subjetivos como lo es la religión y la identidad. Por otro lado y siguiendo en la línea de lo expuesto por José Luis, se insiste en la importancia de ponerle límites al no uso del criterio de la continuidad. Esto último tiene más sentido en un país como Colombia que ha vivido largos periodos de conflicto armado y que por lo tanto ha adquirido una especie de compromiso especial para la reparación de las víctimas. Ser víctima termina significando obtener beneficios, lo que se traduce legislativamente en el posicionamiento de unos por sobre otros. Para Gamboa este giro que tomó la discusión hacia debates públicos contemporáneos demuestra que el trabajo de los historiadores es útil aunque muchas veces sea difícil verlo a medida que nos adentramos más en el pasado. Con este último comentario finalizó la sesión.

Firman los participantes, desde México, Le Mans, Buenos Aires y Bogotá, el 8 de septiembre de 2017.


Alejandra Ramos

Caroline Cunill

Rodrigo Llanes

José Luis Pérez

Jorge Gamboa


Elaboró:

María Camila Jaimes Vera



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